Tengo 22 años. Cuando terminé Bachillerato me mudé de ciudad para empezar la Universidad y ahí empezaron los síntomas. Empecé a sentir un dolor epigástrico muy intenso tras las comidas que no se aliviaba con nada. Después de varias analíticas y gastroscopias sin hallazgos patológicos, decidieron pautarme un tratamiento para la erradicación de H. Pylori. El médico pensó que lo más probable era que se tratara de una bacteria. Tomé todos los antibióticos (con los síntomas añadidos que eso suponía), pero no mejoré hasta que conseguí subir un poco de peso. Estuve un año readaptando mis comidas y mis hábitos y empecé a llevar una vida normal; pero al cabo de un tiempo - y por el estrés de mis estudios - volví a perder peso y empezó de nuevo todo lo que creía superado. Esta vez los dolores eran mucho más incapacitantes, con náuseas, distensión abdominal, reflujo e intolerancia ante determinadas posturas. Ni los inhibidores de la bomba de protones, ni los antiácidos, ni los antiespasmódicos mejoraban nada. Solo podía dormir recostada hacia el lado izquierdo, porque si me tumbaba boca arriba me despertaba el dolor. Con una cucharada de comida estaba llena y cuando me obligaba a comer más, las náuseas se volvían insoportables. Me repitieron la gastroscopia, que seguía siendo normal; y el médico de digestivo me diagnosticó colon irritable. Me propuso tomar antidepresivos y "relajarme", porque todo se debía al estrés y a mi nerviosismo según él. Yo sabía que no era solo colon irritable porque el dolor era demasiado limitante. Insistí muchas veces, expliqué lo mejor posible mis síntomas y pedí más pruebas. Finalmente accedió a solicitarme una resonancia magnética para descartar enfermedad de Crohn y colitis. No tenía ninguna de ellas, pero las imágenes dieron las pistas de lo que podría ser el origen de mis problemas digestivos. Me derivaron a cirugía vascular, y en julio me realizaron un angioTAC de aorta abdominal. El diagnóstico: síndrome de Wilkie y síndrome de Nutcracker. Cuando me lo dijeron sentí alivio.
Los síndromes compresivos vasculares afectan principalmente a mujeres jóvenes con un bajo IMC, y ese también es el perfil de paciente al que los médicos suelen atribuir los diagnósticos de "colon irritable" o "anorexia nerviosa". Me pregunto cuantas "dispepsias funcionales" serán realmente síndromes compresivos vasculares. Tal vez lo que se ha calificado como enfermedad rara sea, en realidad, un ejemplo de desinformación e infradiagnóstico médico.