
Mi nombre es Ana.
Siempre fui una persona activa, alegre y con muchas ganas de aprender. Mi vida cambió por completo en noviembre de 2023, cuando me diagnosticaron varices uterinas. Poco después, en diciembre, recibí el diagnóstico de síndrome del cascanueces y, en enero de 2024, fui intervenida por primera vez para embolizar la vena ovárica izquierda con siete coils.
La recuperación no fue como esperaba. El dolor aumentaba cada día y no me sentí acompañada por el equipo médico que me atendió. Busqué una segunda opinión y, en un nuevo hospital, me informaron de que la primera intervención había sido incompleta. En mayo de 2024 me realizaron una segunda embolización —esta vez de la vena gonadal derecha— sin anestesia y con once coils adicionales. A pesar de ello, el dolor persistía, y en julio de 2024 me colocaron un stent en la vena ilíaca izquierda con la promesa de una mejoría que nunca llegó.
Desde entonces, mi estado ha empeorado: sufro dolores intensos en el abdomen, la zona lumbar y las piernas, además de parestesias en extremidades. Mi movilidad se ha visto muy limitada y dependo de una muleta para mantenerme en pie. Actividades cotidianas, como ir al baño o salir de casa, se han convertido en auténticos retos.
A lo largo de este proceso he recibido múltiples diagnósticos: endometriosis, adenomiosis focal, varices uterinas, síndrome del cascanueces, síndrome de May-Thurner, síndrome de congestión pélvica, síndrome de sensibilización central, neuropatía bilateral del nervio pudendo a raíz del stent y afectación de las raíces sacras S1-S2-S3. Actualmente, dependo de tratamientos con opioides, antidepresivos y anticoagulantes, entre otros.
Mi intención al compartir mi historia no es solo contar mi experiencia, sino dar visibilidad a estas enfermedades poco reconocidas que pueden llegar a ser profundamente incapacitantes. Quiero pedir empatía y formación a los profesionales sanitarios, especialmente en unidades del dolor y especialidades como digestivo, endocrino, vascular y ginecología.
Somos personas que, aunque parezcamos fuertes por fuera, estamos rotas por dentro. Ojalá mi testimonio sirva para que se investigue más, se escuche mejor y nadie tenga que sentirse tan desamparado como yo y muchas que nos sentimos así.